Cada día nos sentimos de maneras muy diferentes: somos luz y sombra, somos calor y lluvia, estamos contentos y tristes. Somos hojas que revolotean y juegan, que caen y se vuelven a levantar. Cada día, transitamos por esta especie de torbellino de emociones que nos hace fluctuar por distintas sensaciones; y como las hojas de los árboles, todos tenemos una rama, un sostén, un lugar que nos contenga y nos ame.